viernes, 14 de noviembre de 2008

Manuel del Busto, arquitecto.



Manuel del Busto es uno de los arquitectos más conocidos y prolíficos de la Asturias de la primera mitad del siglo XX.
Hijo de emigrantes españoles, nació en San Rosendo, Cuba, en 1874. Al enviudar su padre regresaron a España y se establecieron en Avilés. Tras haber estudiado arquitectura en Madrid, regresó a Asturias para comenzar una amplísima y variada producción que está presente en diversos puntos de la región.
Su obra puede dividirse en cuatro periodos, en los que el cambio de estilo es patente:
- Primera época (1898-1922): es la etapa de formación. Realiza entonces los edificios que se consideran más llamativos, por lo vistoso de sus decoraciones y formas caprichosas. Desarrolla un eclecticismo propio de un cuento. Algunas de sus obras son el Teatro Palacio Valdés (Avilés), el edificio del Banco Herrero (Oviedo), la Banca Trelles (Luarca), el ayuntamiento de Luarca, el Círculo Liceo (Luarca)(en la fotografía), o el Teatro Robledo (Gijón).
- Segunda época (1923-1927): etapa cubana. El arquitecto levanta un edificio en su país natal; es el Centro Asturiano de La Habana, que se puede ver en la fotografía. Centro social de los asturianos emigrados a esas tierras, se levanta para competir con el Centro Gallego, situado a escasos metros. Sus dimensiones y belleza son espectaculares. Tras años duros, hoy alberga el Museo de Bellas Artes.
- Tercera época (1928-1939): etapa art-decó y racionalista. Trabaja en colaboración con su hijo Juan Manuel del Busto González. Destacan los cines Natahoyo, Roxi y Astur en Gijón, el cine Santa Cruz en Oviedo, y la estación de autobuses ALSA de Gijón (mutilada tras sufrir un derrumbe en las dársenas recientemente). Son edificios de líneas rectas y con un estilo menos asimilable por el gran público que los anteriores. Tal vez eso haya condenado a muchas de sus obras a ser víctima de la piqueta.
- Cuarta época (1940-1948): etapa de postguerra. Destacan, sobre todo, el interior del Café Dindurra en Gijón (no os perdáis la oportunidad de conocerlo) y el teatro Arango (hoy, Corporación Dermoestética), en la misma ciudad.
Como se ve, sólo hemos hablado de edificios de carácter público, pero la producción de casa privadas es increíble. Quizás pudiera achacarse al hecho de ser nacido en Cuba la predilección que por este arquitecto sintieron los indianos. Decenas de palacetes se encentran aún desperdigados por las zonas rurales asturianas. Y, dentro de las ciudades, podemos disfrutar de muchas de sus viviendas urbanas, de gran belleza. Desgraciadamente, gran parte de su obra ha desaparecido, y otra se encuentra acosada por grandes masas de hormigón de los años 60-70 que flanquean estos delicados edificios, por no hablar de los que se reducen a ruinas.
Sólo una pequeña placa recuerda a este arquitecto en una casa cercana al Muro de Gijón. Desde aquí, un pequeño homenaje a un hombre que ha hecho nuestro mundo un poco más hermoso.

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